Reseña del libro
Gamoneda Bibliógrafo: librerías, archivos, y bibliotecas en el periódico La Jornada:
Antonio Soria
Gamoneda bibliógrafo. Librerías, archivos y
bibliotecas,
Xabier F. Coronado, Fondo de Cultura Económica, México, 2012. |
“Más de una
pregunta deberíamos hacernos sobre la fragilidad de los empeños culturales y lo
indispensable de ciertas personas”: así lo dicen los editores, y con absoluta
razón cuando se habla de ese hombre magnífico que fue Francisco Gamoneda, como
se descubre página tras página de este libro concebido, investigado, escrito,
dispuesto e incluso diseñado por el colaborador de estas páginas, el también
español avecindado en México –como Gamoneda– Xabier F. Coronado.
No debería, pues el hecho de que lo sea implica la ignorancia supina que
suelen prohijar los olvidos injustos e injustificados, pero esta biografía es
un auténtico rescate: el de una figura intelectual cuya labor intensa,
entusiasta, profesionalísima y prolongada, es ni más ni menos que el punto de
partida, en nuestro país, de instituciones lo mismo que de algunas magníficas
costumbres, en los ámbitos académico e intelectual.
Apúntese aquí, a manera de brevísimo ejemplo, que fue Gamoneda el
primero en hacer de una librería algo diferente a una mera tienda de libros
para convertirla –primero a la Librería General y después a la Biblos, ambas
míticas y fundacionales– en un espacio de reunión para intelectuales y
creadores: con Gamoneda como anfitrión pasaban las tardes, entre muchos otros,
Abreu Gómez y López Velarde; Gamoneda fue quien montó, en los muros de la
Librería Biblos, la primera exposición de José Clemente Orozco. Se habla aquí
de las primeras dos décadas del siglo XX, época en la cual Gamoneda
ya era un condecorado veterano de guerra –por la de Filipinas–, cartógrafo avant la lettre, al mismo tiempo que iniciaba una aventura intelectual que lo puso a la
par de otros notables de los que todo mundo guarda memoria, por ejemplo Alfonso
Reyes, Pablo Neruda y Enrique González Martínez.
Vuelve entonces la pregunta: ¿cómo puede caer en el olvido la persona
que fundó, entre muchas otras, la Biblioteca del Congreso, ahí en la calle de
Tacuba en el Centro Histórico? ¿El que dirigió la primera feria del libro que
tuvo esta ciudad? ¿El artífice absoluto de las bibliotecas populares, surgidas
en los años cuarenta y luego arrasadas por la incuria o los ejes viales? ¿El
académico, también avant
la lettre, cuyos conocimientos fueron la base de la
biblioteconomía en el México moderno?
Recuento minucioso y exhaustivamente documentado, este libro tiene una
doble virtud: a la figura de Francisco Gamoneda le da el relieve que no ha
tenido –es decir, se lo da de cara a este tiempo nuestro, de triste
desmemoria–, y a los lectores, especializados o no en temas de biblioteconomía,
archivonomía, historia cultural y otros afines, nos da la medida contra la cual
deberíamos cotejar nuestros magros esfuerzos.
No bien avanzará el lector en las páginas iniciales del volumen, descubrirá
que Gamoneda nos ha dejado muy alto el listón: se antoja del todo imposible
igualarse con él ya no digamos en el entusiasmo y laboriosidad que lo
caracterizaron a lo largo de toda su vida, sino sobre todo en la discreción y
la modestia inmensas con las que llevó a cabo una labor que pareciera la de
muchas personas.
De los que se atesoran,
este libro desde luego es, además del mencionado rescate, un mínimo acto de
justicia y una invitación: lo primero con un hombre imprescindible a la manera
de Brecht, y lo segundo a que sus herederos y beneficiarios –innumerables
ambos– sigamos, así sea de lejos, los pasos de alguien que signó su vida con
una divisa que lo pinta de espíritu entero: Eruditio inter
prospera ornamentum, inter adversa refugium (La erudición es ornamento
en la prosperidad y en la adversidad refugio).
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