Clarice Lispector o la necesidad de escribir
Xabier F. Coronado
Publicado en la revista chilena de literatura OJO SECO (http://ojoseco.cl/); el 9 de diciembre de 2013
Escribir es una maldición, pero una maldición que salva.
Clarice Lispector
Entre esta clase escritores se encuentra Clarice Lispector, una autora que confiesa que, para ella, escribir, “es una maldición porque obliga y arrastra como un vicio penoso del cual es casi imposible librarse, pues nada lo sustituye. Y es una salvación. Salva el alma presa, salva a la persona que se siente inútil, salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba.”1
A la narradora brasileña —que cada mes de diciembre tiene sus aniversarios de nacimiento, el día diez, y muerte, el nueve— le faltó un día para cumplir cincuenta y siete años, edad suficiente para dejarnos una obra literaria completa y original que, para ella misma, ya había cumplido su ciclo: “Si todavía escribo, es porque no tengo nada más que hacer en el mundo mientras espero la muerte.”2.
Literatura desde lo íntimo del ser
Escribo para mí, para sentir mi alma hablando y cantando, a veces llorando…
Clarice Lispector
Las historias de Clarice, no poseían un hilo narrativo, sólo describían sensaciones. Esta tendencia a la introspección es el eje fundamental de una obra literaria que busca transcribir el lenguaje que se produce en lo más íntimo del ser, “me adiestré desde los siete años para tener un día la lengua en mi poder.”4
La narrativa de Clarice Lispector se enfoca en examinar la esencia íntima y profundizar la vivencia interna. Esta decisión conlleva la difícil tarea de encontrar las palabras que materialicen en el plano literario el intangible mundo interior: “Hay muchas cosas por decir que no sé cómo decir. Faltan las palabras. Pero me niego a inventar otras nuevas: las que existen deben decir lo que se consigue decir y lo que está prohibido.”5.
Una literatura de introspección que trasciende lo psicológico para transformarse en metafísica; sorprende que la autora apueste por la sencillez, por la palabra sobria: “Escribo muy simple y muy desnudo. Por eso hiere”; que exige, sobre todo, claridad y práctica: “No se equivoquen: la sencillez sólo se logra a través del trabajo duro”6. El resultado es un producto difícil de encasillar en un estilo determinado, que posee una fuerza literaria que atrae desde el primer momento. Además, a través de ese no-estilo siempre inquisitivo, sus libros se convierten en verdaderos tratados poéticos de educación existencial dictados desde lo más íntimo del ser.
Una obra original
Lo que te estoy escribiendo no es para leer, es para ser.
Clarice Lispector
Clarice termina sus estudios de Derecho en la Universidad de Río de Janeiro en 1943 y contrae matrimonio con un diplomático; comienza entonces una etapa que la lleva a vivir en Europa, primero en Italia y luego en Suiza e Inglaterra. Durante este periodo publica dos novelas, La araña (1946) y La ciudad sitiada (1949), escrita durante su estancia en Berna; y una primera recopilación de relatos, Alguns contos (1952).
En 1959, después de tener dos hijos y vivir durante ocho años en Washington, se separa de su marido, regresa a Río y escribir se convierte en su ocupación fundamental. Colabora en distintos periódicos y publica un excelente libro de relatos, Lazos de familia (1960), que recibe el premio de la Cámara Brasileña del Libro; después publica una novela muy elaborada, La manzana en la oscuridad (1961), premiada como mejor libro del año; y un nuevo volumen de cuentos, La legión extranjera, (1964). Inmediatamente aparece su novela más conocida, La pasión según G.H. (1964), un relato inquietante y experimental: “¿Existo? ¿Es ésta la intensidad que me lo puede comprobar? Si al menos encontrase a otra, ya que no me encuentro a mí misma…”7.
A partir de entonces, Clarice Lispector entra en la madurez literaria y desarrolla su maestría en una serie de obras de difícil clasificación donde nos encontramos libros infantiles: O mistério do coelho pensante (1967), A mulher que matou os peixes (1968), y La vida íntima de Laura (1974); novelas: Aprendizaje o El libro de los placeres (1969) ―definida como un canto al amor―, y Agua viva (1973) ―un texto extraño e interesante, intimista y lleno de confesiones―; colecciones de relatos: Felicidad clandestina (1971), La imitación de la rosa (1973), Onde estivestes de noite (1974); y un libro de narraciones eróticas: Vía Crucis del cuerpo (1974).
Antes de su muerte, publica una de sus mejores novelas, La hora de la estrella (1977), donde narra por vez primera una historia lineal. De manera póstuma, aparecen media docena más de libros que recopilan relatos y escritos inéditos; entre ellos otra novela, Un soplo de vida (1978), y dos relevantes volúmenes epistolares, Cartas perto do coração (2001) y Correspondências (2002).
Clarice Lispector también ejerció el periodismo, desde su ingreso en la Agência Nacional, en 1940, escribió multitud de artículos y entrevistas para diferentes medios. Entre agosto de 1967 y diciembre de 1973, publicó un artículo semanal en el Jornal do Brasil, la mayoría fueron recopilados en, A descoberta do mundo (1984), que en español se editó en dos volúmenes: Revelación de un mundo, 2004 y Descubrimientos, 2010 (Ed. AH, Buenos Aires); en ellos nos encontramos una autora que aborda temas de actualidad, sucesos cotidianos y preocupaciones personales. Son crónicas que tienen su inconfundible sello y muestran la parte más desconocida de su producción literaria.
En esta amplia obra, en la que también hay poesía, destaca la perspectiva original y sutil que plantea en sus textos. En ellos, la magia de lo cotidiano se hace presente y hechos aparentemente banales producen situaciones catárticas para sus personajes.
Influjos literarios
Nosotros los que escribimos, apresamos en la palabra humana un gran misterio.
Clarice Lispector
A una forma de escribir tan personal es difícil encontrarle esas influencias que siempre se buscan en la obra de cualquier autor. Sabemos que su libro preferido en la infancia fue, Reinações de Narizinho, de Monteiro Lobato, y que los autores leídos en la adolescencia fueron, entre otros, Rachel de Queiroz, Machado de Assis, Eça de Queiroz, Jack London, Dostoievski. Al indagar más a fondo, encontramos que la propia autora manifiesta que entró en contacto con la “gran literatura” al leer El lobo estepario, y comenta: “De los trece a los catorce años fui germinada por Hermann Hesse.”8Posteriormente se sintió identificada con Katherine Mansfield que, sin duda, fue su maestra en el relato breve, género en el que Lispector consigue sus mejores páginas. La crítica apunta otros nombres como James Joyce, Virginia Wolf y Julien Green. De Joyce, además de compartir la fascinación por el monólogo interno, la autora toma el título de su primera novela del Retrato del artista adolescente; con la escritora inglesa, confluye en el enfoque introspectivo y la visión de que los sucesos ordinarios pueden ser determinantes; y con el autor francés, converge en la profunda preocupación por la vida interior. También ha sido comparada con Chejov, Sartre o Graciliano Ramos y enmarcada dentro de la literatura existencialista.
La obra de Lispector es muy particular y de difícil clasificación. La crítica la ubica en la tercera fase del modernismo, en la generación brasileña del 45. Si bien es una escritora cada vez más estudiada y valorada, falta enmarcarla dentro de un contexto internacional. Clarice Lispector no fue, en vida, una autora muy leída fuera de Brasil y aunque ella siempre manifestó estar enamorada de su idioma, “esta es una confesión de amor: amo la lengua portuguesa”9, hay quien dice que escribir en portugués supuso una barrera para conseguir la proyección internacional que su obra merecía. El problema real es que siempre ha existido una falta de comunicación entre las literaturas iberoamericanas, que parece ir solventándose con el creciente interés editorial, sobre todo en Argentina y España, por la literatura brasileña. Actualmente, gracias a las excelentes traducciones de sus libros y a ese esfuerzo editorial, Clarice Lispector es una autora reconocida entre los lectores de habla hispana y su obra ha influido en muchos escritores latinoamericanos.
Relación ambivalente
Escribo como si fuese a salvar la vida de alguien. Probablemente mi propia vida.
Clarice Lispector
Clarice Lispector nos dejó muchos textos y algunas entrevistas que revelan su especial conexión con la literatura. En sus libros descubrimos un verdadero manifiesto sobre su relación con la palabra escrita, un vínculo que cambia a medida que su obra cobra madurez: De la confusión: “¿Dónde está lo que quiero decir, dónde está lo que debo decir?”10; la admiración: “Al escribir me doy las más inesperadas sorpresas. Es en la hora de escribir que muchas veces me vuelvo consciente de cosas que no sabía que sabía”; y el entusiasmo: “Escribo porque me resulta un placer que no puedo traducir”11; pasa a la decepción y el desánimo: “En cuanto al hecho de escribir digo, si le interesa a alguien, que estoy desilusionada. Escribir no me ha traído lo que yo quería, es decir, paz.”12Este proceso refleja una relación ambivalente con la literatura que se podría sintetizar en esta frase extraída de una de sus crónicas: “Recuerdo ahora con nostalgia el dolor de escribir libros.”13
1 Entrevista con Julio Lender en el programa “Panorama” de la TV2 brasileña (1/2/1977).
2 A hora da estrela, 1977 (La hora de la estrella, traducción: Ana Poljak; Siruela, Madrid, 2001).
3 “Había una vez” Del libro de crónicas, Para não esquecer, 1978 (Para no olvidar, traducción: Edgar Stanko; el Cuenco de Plata, Buenos Aires, 2011).
4 “Espacio”, en Para não esquecer.
5 Água Viva, 1973 (Agua viva, traducción y prólogo: Florencia Garramuño; El Cuenco de Plata, Buenos Aires, 2010)
6 Um Sopro de Vida, 1978 (Un soplo de vida (pulsaciones), traducción: Mario Merlino; Siruela, Madrid, 1999).
7 A Paixão segundo G.H., 1964 (La Pasión según G.H, traducción: Juan García Gayo; Monte Ávila Editores, Caracas, 1969).
8 Lispector, C., «Entrevista – 20 de Outubro, 1976» en A Paixão Segundo G.H., Ed. Crítica, Coleçao Arquivos, Brasília, 1988, pág 298.
9 “Declaración de amor”, en Revelación de un mundo, traducción: Amalia Sato; Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2004. Un libro que reúne las crónicas que la escritora brasileña publicó semanalmente en el “Jornal do Brasil” entre 1967 y 1974.
10 Perto do Coração Selvagem, 1944 (Cerca del corazón salvaje, traducción: Teresa Arijón y Bárbara Belloc, El Cuenco de Plata, Buenos Aires, 2011).
11 Descubrimientos, Crónicas inéditas, traducción y prólogo de Claudia Solans. Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2010.
12 A Descoberta do Mundo, 1984 (Revelación de un mundo, traducción: Amalia Sato; Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2004).
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