sábado, 23 de diciembre de 2023

El Sáhara Occidental: cinco décadas de traición

Publicado en el periódico La Jornada México, 17 de diciembre de 2023 


El Sáhara Occidental: cinco décadas de traición y conflicto

▪ Xabier F. Coronado




Foto: AFP/ Farouk Batiche



El Sáhara Occidental y la gente que lo habita tienen tal fuerza y encanto que uno queda prendido por ellos.

Julio Caro Baroja




El objetivo del viaje era llegar a El Aaiún para entrevistar a miembros de la resistencia saharaui. En la capital del Sáhara, ocupada por Marruecos, tenía contactos para encontrarme con activistas y dirigentes de asociaciones de derechos humanos. Había que hacerlo de forma clandestina porque el gobierno de Marruecos no permite el ingreso de periodistas a territorio saharaui. Existía la posibilidad de entrar como turista y viajar por tierra a El Aaiún, pero había que pasar los retenes militares que controlan las carreteras que llevan al Sáhara.

Volé a Agadir, puse rumbo a El Aaiún y visité Sidi-Ifni y Tarfaya. Viajé en autobús y durante el trayecto nos pararon en varios controles, me preguntaban si era turista y asentía con una amplia sonrisa. En dos ocasiones los militares bajaron a jóvenes saharauis que ya no continuaron viaje. Al llegar me hospedé en un hotel de la parte baja de la ciudad y hablé con Ouali, mi contacto en El Aaiún. Me dijo que un compañero suyo se comunicaría conmigo esa misma tarde. A las cuatro entró el mensaje, me citaban a las seis en un café de la parte alta de la capital. Ubiqué el lugar en el mapa y tardé más de una hora en llegar caminando.

Encuentros

En el lugar de la cita tomé un café y no tardaron en enviarme otro mensaje. Tenía que ir a una calle lateral donde me recogerían. Apareció un automóvil negro, el conductor hizo una gesto y subí al vehículo por la puerta trasera. El coche se puso en marcha de inmediato. Al volante estaba un hombre joven con barba que vestía ropas europeas. Me dijo que me pusiera en medio de los asientos traseros para evitar que me captasen las cámaras de seguridad. Dimos vueltas por calles estrechas evitando las avenidas principales. Manejaba deprisa y en silencio. Se detuvo delante de un edificio, en el portal había un hombre vestido con chilaba, levantó la mano y entramos al interior.

Nos pasó a una habitación alfombrada con asientos pegados a las paredes. Antes de sentarnos se hicieron las presentaciones: el conductor se llama Bachri Bentaleb y el anfitrión Mohamed Dadash; los dos son miembros de la Asociación Saharaui de Derechos Humanos (ASVDH). Mohamed se expresaba en correcto español y Bachri utilizaba a veces el francés.

Me contaron que Bachri había estado preso varios años en la cárcel Negra de El Aaiún. Por su parte, Mohamed se incorporó en 1976 al Frente Polisario, durante la guerra fue herido en combate y hecho prisionero. Lo encerraron en una cárcel secreta, tres años después lo liberaron y regresó a El Aaiún, pero lo detuvieron de nuevo para llevarlo a Kenitra. Un tribunal militar lo condenó a muerte, estuvo catorce años esperando que se cumpliera la sentencia. La pena capital le fue conmutada por cadena perpetua. En 2001 logró su puesta en libertad gracias a gestiones internacionales y Noruega lo acogió como refugiado político. En total, Mohamed Dadash pasó veinticuatro años en cárceles marroquíes.

Les pregunté sobre la vida de los activistas en las ciudades ocupadas. Mohamed habló primero.

―En El Aaiún la situación es preocupante. Somos vigilados y perseguidos, nos detienen y acosan a nuestras familias. Hay más de cuarenta activistas en cárceles de Marruecos condenados a cadena perpetua. En el Sáhara ocupado los saharauis no tienen trabajo, viven marginados en su propio país. Los jóvenes tienen que huir o emigrar. Además, les proporcionan drogas para quitarles la voluntad de lucha.

Bachri tomó la palabra.

―En Dakhla unos cinco mil activistas están en lucha bajo el liderazgo de Rachid Al-Sagheir. Hace un mes policías y colonos marroquíes intentaron matarlo.

Acercó su teléfono para mostrarme unas fotografías, en ellas se veía un hombre tumbado con golpes y heridas por todo el cuerpo. Mohamed habló del caso.

―Los servicios de inteligencia marroquíes cometen crímenes contra civiles y activistas de derechos humanos. Nuestro gobierno protestó ante Naciones Unidas por el intento de asesinato de Rachid Al-Sagheir sin obtener respuesta. Condenamos el silencio que guarda la ONU sobre las atrocidades que se cometen en los territorios ocupados, los organismos internacionales tienen la obligación de tomar medidas que garanticen la protección de nuestra integridad física. El gobierno marroquí cerró la oficina de derechos humanos que había en El Aaiún. Es necesario restablecerla para proteger nuestros derechos políticos, económicos, sociales y culturales. Entre ellos la soberanía sobre la totalidad de nuestro territorio y sus recursos naturales. Se deberían realizar informes periódicos sobre la situación que se vive en nuestro país. La permanencia de la ocupación marroquí, con sus crímenes atroces contra civiles y activistas, no sólo nos afecta a nosotros, también debilita la credibilidad en el proceso de paz avalado por la ONU.

Bachri dio su opinión:

―El proceso está estancado desde hace tiempo. Un dato lo ratifica: el encargado especial de la ONU para el Sáhara no ha pisado territorio saharaui desde que fue nombrado. Así, nunca será posible un proceso de paz serio y creíble.

―Es hora de que la ONU haga honor a los principios por los que fue creada, que no son otros que preservar la paz e instaurar la justicia. Sería la única forma de recuperar su credibilidad ante el pueblo saharaui.

Foto: AP/ Bernat Armangue


Traiciones

Les pregunté que opinaban sobre la postura del gobierno español en el conflicto.

―Ni el gobierno español ni Europa quieren cambiar la situación actual, tampoco los Estados Unidos. Saben que la mayoría de los saharauis están en contra de la ocupación de sus territorios, por eso no se organiza el referéndum propuesto la ONU.

Tenían otros compromisos esa tarde. Mohamed Dadash salió con nosotros y montamos en el coche. Cruzamos los barrios de la parte alta y descendimos a la zona baja de la ciudad. Me dejaron en una calle donde quedamos en vernos a las nueve de la mañana del día siguiente. Cuando legué al hotel me llamó Ouali, estaba muy optimista y me dijo que si lograba hacer el reportaje iba a ser algo único, «hace muchos años que nadie viene a El Aaiún para hablar con nosotros.»

Al día siguiente llegué a la hora convenida. Cuando entraba en la calle se acercó un coche blanco, Bachri iba al volante. Estaba acompañado de un hombre mayor vestido de chilaba. Manejó hasta una zona de casas unifamiliares, paró del coche frente a una de ellas, descendió y llamó al portón. Cuando abrieron nos hizo señas para que saliésemos. Un hombre alto estaba en el umbral, cruzamos el pequeño jardín y pasamos a una sala donde nos presentaron. La persona que nos había acompañado en el coche se llama Feku Loubbihi, presidente del Comité de Defensa de los Derechos Humanos en Smara. Nuestro anfitrión es Hmad Hammad, vicepresidente del Comité de Apoyo para la Autodeterminación del Sáhara Occidental (CODAPSO).

―Si analizamos el origen del conflicto saharaui, sólo se puede hablar de una causa: la traición. El gobierno español no hizo un proceso de descolonización para otorgar la independencia al Sáhara. En vez de eso vendió nuestro territorio a Marruecos y Mauritania. La traición se dio desde el primer momento y se fue perpetuando con los diferentes gobiernos españoles, tanto los socialistas como los de derecha. Ahora se refuerza con el pacto del presidente español con el rey de Marruecos. Todos los políticos españoles, desde el franquismo hasta la actualidad, han sido cómplices de traición a nuestra causa. Los llamados acuerdos tripartitos de Madrid del año 1975, que no fueron reconocidos por la ONU, provocaron la invasión de nuestro territorio. Después Marruecos comenzó su “operación golondrina” con el fin de poblar el saharaui con gente traída de diferentes lugares del país y aquí se les facilitan las cosas. Todos los comercios de las ciudades ocupadas son de marroquíes, a los saharauis no se les permite tener un negocio ni se les proporciona el trabajo. Al contrario, se les persigue y encarcela.

Hammad hablaba con premura, parecía urgido por denunciar en mi presencia las cosas que suceden en su país.

―En estos momentos hay alrededor de seiscientos desaparecidos, existen fosas comunes por todo el territorio y los invasores practican “vuelos de la muerte” para arrojar al mar a activistas detenidos ilegalmente y torturados. Los presos políticos están cumpliendo largas condenas. Nuestro pueblo fue ocupado ilegalmente y los invasores están protegidos por occidente. Los marroquíes esquilman nuestras riquezas naturales, explotan los sulfatos de Bu Craa, el oro y el hierro, buscan petróleo, negocian con nuestros caladeros de pesca. Todo ello violando los derechos del pueblo saharaui con el silencio cómplice de la comunidad internacional. Los funcionarios de la ONU están aquí de vacaciones, viven como turistas en casas proporcionadas por el gobierno de ocupación, se pasean por las playas y sus vehículos llevan matrícula de Marruecos. No hacen nada en favor de nuestros derechos, es una vergüenza.

Foto: AFP/ Fadel Senna.
Omisiones

Bachri Bentaleb dio su opinión:

―Además, en el Sáhara no entran periodistas, ni observadores internacionales, Marruecos les tiene prohibida la entrada. Los activistas somos la voz que denuncia lo que está pasando en los territorios ocupados, por eso nos tienen silenciados en las cárceles.

Hmad continuó hablando:

―A nivel internacional casi ningún medio cuenta lo que está pasando en el Sáhara. La ONU, a pesar de las resoluciones favorables a nuestra causa, no presiona para que se cumplan. Hay un pacto de silencio para ocultar que los saharauis viven secuestrados dentro de su propio territorio. Otra ausencia significativa en este conflicto es la Cruz Roja, al ser el Sáhara territorio de guerra debería estar presente para buscar a los desaparecidos, vigilando para que no haya torturas ni malos tratos. La Cruz Roja tendría que estar aquí, pero no aparece por ningún lado.

Pregunté cómo estaba el conflicto en la actualidad, cuál era la situación en los frentes de guerra.

―El alto el fuego que se había pactado en 1991 fue violado en el 2020 por Marruecos y comenzaron los enfrentamientos. Estamos otra vez en guerra. Los saharauis tenemos que defendernos de las agresiones que se producen en los alrededores del muro construido y minado por Marruecos. El invasor tiene armamento moderno proporcionado por los países que se lucran con el tráfico de armas. El conflicto sigue activo después de casi cincuenta años. Los enfrentamientos son diarios y hay bajas en los dos bandos.

A continuación, Feku habló del muro que se construyó en el desierto.

―En los años ochenta Marruecos comenzó a levantar un muro con financiamiento de EEUU, Francia e Israel, que tiene dos mil seiscientos kilómetros. A su alrededor, Marruecos sembró millones de minas antipersona. El muro divide nuestro territorio de norte a sur en dos zonas: al oeste está la parte ocupada por Marruecos, los territorios liberados están al este. Con el muro pretenden frenar nuestro avance para liberar todo el territorio. Pero son numerosos los estados que reconocen a la República Árabe Saharaui y han roto sus relaciones con Marruecos. Incluso el ex-secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, declaró que Marruecos es una fuerza de ocupación en el Sáhara Occidental.

Hmad cambió de tema.

―Los territorios ocupados son zonas donde existen mafias y tráfico de drogas. Los proyectos económicos están administrados por delegaciones de España y Francia que son quienes mueven los negocios oficiales en el Sáhara. La intromisión del gobierno francés se está incrementando, los barcos que llegan a cargar fosfatos al puerto de El Aaiún necesitan un bono que es expedido en Francia. Marruecos cuenta con su apoyo porque los franceses quieren que toda esta parte de África sea francófona. Por eso se prohíbe hablar español en las ciudades ocupadas. El español es el segundo idioma de nuestra república, la lengua oficial es el hasanía, un tipo de árabe distinto del dariya que hablan los marroquíes. Lo peor es que también están imponiendo su lengua en los territorios ocupados y el hasanía tiene peligro de llegar a desaparecer.

Ante la pregunta de si los saharauis mantienen viva la esperanza de que se solucione el conflicto, Hmad me miró con expresión grave antes de contestar.

―El conflicto es muy largo, demasiado largo para creer en la diplomacia internacional. Llevamos muchos años esperando una solución justa y pacífica. La ONU colabora con la ocupación, sus oficinas en el Sáhara están controladas por la policía y el ejército marroquí. Por eso los saharauis sabemos que lo único que nos puede liberar de la ocupación extranjera es la lucha armada.

Foto: AP/ Fateh Guidoum

Resistencias

Feku Loubbihi tomó la palabra para hablar sobre la situación en Smara. Comentó que desde 1976 esta ciudad saharaui se había convertido en el principal foco de resistencia contra la invasión, en sus alrededores se dieron sangrientos enfrentamientos.

―En Smara también comenzó la intifada en 2005 y en la actualidad se mantiene como un bastión de la resistencia aunque la ciudad fue invadida por colonos marroquíes. Lo mismo sucede en El Aaiún, Dakhla y otras poblaciones ocupadas. Pero la resistencia sigue activa a pesar de que muchos activistas están en prisión. Los jóvenes son detenidos de manera arbitraria y condenados por ser saharauis. También se les acusa de posesión y tráfico de drogas, cuando el pueblo saharaui nunca ha consumido ni producido drogas, como ocurre en Marruecos. Desde 1976 hasta la actualidad, muchos hombres y mujeres saharauis alzaron sus voces para denunciar la ocupación, como consecuencia sufrieron y sufren la violación de sus derechos. Nos faltaría tiempo para referir todas sus historias, pero señalaré un caso reciente, el de Sultana Jay-ya, activista que fue arrestada en su casa, su hermana violada, ella y su madre abusadas sexualmente. A pesar de las denuncias la ONU no le dio protección, pero Amnistía Internacional recogió firmas para que fueran restituidos sus derechos y el gobierno marroquí se vio obligado a explicar lo sucedido y responder por los daños. Hace una semana le concedieron un premio internacional por su activismo.

Hmad volvió a hacer uso de la palabra.

―Hay un episodio de nuestra lucha que merece ser contado porque demuestra nuestros padecimientos. Se trata de lo que sucedió en el campamento de refugiados de Gdeim Izik, cerca de El Aaiún, donde había unos veinticinco mil saharauis, incluidas mujeres, jóvenes y niños. El 8 de noviembre de 2010, las fuerzas de ocupación marroquíes irrumpieron de forma violenta y secuestraron a centenares. Algunos desaparecieron y muchos otros llevados a la cárcel Negra de El Aaiún. Meses después la mayoría fueron liberados, pero retuvieron a veinticuatro activistas. Los trasladaron a una prisión en Rabat para someterlos a juicio militar. El proceso se celebró en febrero de 2013, los condenaron a penas que iban de veinte años a cadena perpetua. Gracias a la presión internacional y al recurso interpuesto por la defensa, el Tribunal de Casación de Marruecos dictó en 2016 una sentencia que declaraba la nulidad del juicio militar por falta de pruebas. Se dispuso la celebración de un nuevo juicio en la jurisdicción ordinaria que comenzó en diciembre y finalizó en julio de 2017. Fueron sentenciados a condenas similares a las dictadas por el tribunal militar: ocho cadenas perpetuas, tres condenas a treinta años de prisión, cinco a veinticinco años y tres a veinte.

―¿Todos siguen en la cárcel?

Hmad afirmó sin articular palabra. Bachri dijo:

―El objetivo final de Marruecos es terminar con las nuevas generaciones de saharauis para consumar el genocidio y acabar con nuestra cultura. Incluso están destruyendo zonas arqueológicas, como el yacimiento de Tifariti que utilizan como cantera para extraer mármol.

A la pregunta sobre posibles arreglos a nivel político, Hammad contestó:

―En estos momentos hay cuestiones económicas, como los acuerdos de Marruecos con la UE para la explotación de nuestros recursos, que los propios tribunales europeos están por ratificar su ilegalidad. Pero la experiencia nos dice que no podemos fiarnos de las decisiones que se toman a nivel internacional. La ONU no hace nada para poner fin a la ocupación y detener el genocidio. En los territorios ocupados no hay presencia de organismos internacionales para custodiar el respeto a los derechos humanos de los saharauis. Incluso, hace mucho tiempo que no entra un periodista en los territorios ocupados para entrevistarse con nosotros. Por eso te agradecemos que hayas venido y asumido los riesgos de hacer un reportaje para divulgar la situación que se vive en el Sáhara.

La despedida fue entrañable, quedamos de seguir en comunicación. Antes de salir a la calle, Bachri comprobó que estaba despejada y entramos en el coche.

Epílogo

Permanecí unos días más en El Aaiún, procesando lo sucedido e investigando otros aspectos del conflicto. Nada más regresar, el 7 de septiembre, leí una noticia en el periódico digital español Público: “Enviado especial de la ONU para el Sáhara Occidental visita por sorpresa los territorios ocupados por Marruecos”; informaba que Staffan de Mistura estaba realizando su primera visita al Sáhara para reunirse con representantes de la resistencia en las ciudades ocupadas. Hacía más de cuatro años que un enviado especial de la ONU no visitaba territorio saharaui. El 8 de septiembre el mismo medio titulaba: “El enviado especial de Naciones Unidas se reúne por primera vez con activistas saharauis que viven en los territorios ocupados por Marruecos”; la noticia apuntaba que Staffan de Mistura había visitado las ciudades de El Aaiún y Dakhla donde se había reunido con organizaciones defensoras de derechos humanos y activistas que luchan por la autodeterminación: “Han estado con el representante de la ONU activistas reconocidos de la causa saharaui, como Aminetu Haidar, Hmad Hammad o Ali Salem Tamek, entre otros.”

Casi ningún medio recogía la noticia. En el periódico digital Sáhara Press, un portal que difunde información relacionadas con el conflicto, reseñaba la reunión del presidente de la República Árabe Saharaui y líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, con el enviado de la ONU. En otra página web (https://www.swissinfo.ch/spa) daban detalles sobre las entrevistas y se recogían las declaraciones de los reunidos: “Hmad Hammad:, el vicepresidente de CODAPSO aseguró que, «la Misión de Naciones Unidas vino para hacer un referéndum y llevamos años esperándolo, no están haciendo su trabajo. Están aquí como turistas».”

Al día siguiente me llegó un mensaje de Bachri Bentaleb con un video y varias fotos. Decía que se habían manifestado en El Aaiún el día que llegó el enviado de la ONU y la policía los había reprimido. En las imágenes del video varias mujeres eran arrastradas por los agentes y se veía cómo Bachri era golpeado cuando se enfrentaba a ellos. Las fotos mostraban las secuelas de los golpes en su cuerpo.

En Público se daba información sobre esos hechos: “El Polisario denuncia la represión marroquí en las ciudades ocupadas durante la visita de Mistura”. Más adelante aportaba videos donde se podían ver los momentos de tensión y afirmaba que, “la visita, realizada de forma sorpresiva, ha provocado un aumento de la represión a estos mismos activistas, según han denunciado desde el Frente Polisario.”

Hasta aquí, un extracto del reportaje sobre el viaje realizado, entre agosto y septiembre de 2023, a la capital de la República Árabe Saharaui con el objetivo de dar a conocer la situación en los territorios ocupados por Marruecos. Un conflicto abierto hace cinco décadas que está provocando el genocidio de un pueblo en lucha por su independencia. Los saharauis sufren un exterminio, lento pero implacable, que nadie parece ser capaz de detener.







Enlace con la publicación:

https://semanal.jornada.com.mx/2023/12/17/el-sahara-occidental-cinco-decadas-de-traicion-y-conflicto-8371.html 



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